Huellas peligrosas (2ª Ed.) by Lou Carrigan

Huellas peligrosas (2ª Ed.) by Lou Carrigan

autor:Lou Carrigan
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
publicado: 1977-06-08T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Fue Goringer quien dijo:

—Voy a buscar más leña. Si se atreve, Nelson, tome un hacha y acompáñeme: habrá que cortar algunos troncos.

—Cuando termine este vodka, querido Otto.

Goringer salió de la cabaña. Una construcción de gran solidez, cuyas paredes, por el exterior, estaban decoradas con troncos, no era muy grande, pero reunía indiscutibles comodidades. Además, en aquel pico montañoso, donde había nieve y pistas aún utilizables, la tarde solía ser fría, de ahí que en el hogar crepitaran alegremente unos leños, ya a punto de consumirse.

Nelson y Wilma estaban sentados en el sofá, frente al fuego, muy juntos, cada uno con un vaso de vodka en la mano. Y en cuanto hubo desaparecido Goringer, Wilma, con ojos casi velados por un incontenible deseo, aplastó su boca contra la de Nelson, que parecía no corresponder a la pasión de la bella. Ésta se dio cuenta y se separó de él, mirándole a los ojos, escrutándole.

—Nelson…, amor mío, ¿qué te ocurre?

—Nada.

—Has estado muy raro hoy, durante todo el día. Apenas has esquiado, no has querido encontrarte a solas conmigo. Has perdido la mayor parte del tiempo con Goringer, hablando de safaris. Por favor, amor mío, dime qué te sucede.

—Nada, ya te lo he dicho.

—Te lo ruego… ¿No me amas? ¿Es esto?

—Sí, Wilma… Claro que te amo, y más que un poco, mucho más… Es… es por eso… Tienes razón, he pasado un día infernal, muy nervioso… Un día de pesadilla.

—Pero, Nelson…, somos personas inteligentes, y… ¿Crees en las alucinaciones?

—¡Pues ya no puedo más! Esta tensión… Si no han sido alucinaciones, algo malo nos ocurrirá, Wilma; de ahí mi tensión de todo el día, mi terror…

—¿Terror? Nelson, no comprendo…

—¡Es todo tan fantástico! Quizá ha sido sólo cosa de mi pobre cabeza.

—¿A qué te refieres?

—¡A Otto!

—¿Otto?

—¡Quiere matamos!

De súbito, el rostro de Wilma perdió todo vestigio de color; incluso se puso en pie, mirando con mucha fijeza a Nelson, que fingía perfectamente su miedo. Wilma estaba como petrificada en aquellos momentos. Soberbia en su belleza.

—Debes estar en un error, Nelson —susurró, por fin.

—Sí, supongo que sí… Repito que debe ser cosa de pesadilla, de sueño infernal. Pero, no sé… ¡Yo creo que lo oí! Era Hesses quien hablaba con Otto. Era Hesses, sí. Ellos, claro está, no sabían que yo les estaba oyendo, y… y hablaron de ti, de mí, y de un hombre al que no conozco; un tal Tolson, creo… y de otras cosas terribles, increíbles. O quizá me estoy volviendo loco.

—Sigue. Sigue explicando lo que oíste —pidió con voz tensa Wilma.

Nelson tragó saliva.

—Hesses tiene que ir a Viena; y dijo que regresaría por la noche con el suero de la verdad… ¿No es fantástico? Y que lo aplicarían a ese Tolson… Y ordenó a Goringer que nos matase a ti y a mí. Pero debo estar equivocado. Eso es. Otto se ha mostrado simpático y amable todo el día; me ha interesado mucho su conversación sobre safaris… Y yo, durante muchas horas, en tensión, en espera de que Otto nos matase… ¡Y no puedo más! Creo que voy a sincerarme con Otto, y…

—Nada de eso —cortó Wilma.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.